El cordero de Alá

La raza de cordero segureño nació hace bien poco. Concretamente en 1978. No es que ese año se cruzasen otros dos tipos diferentes y diera lugar a esta afamada ganadería, sino que, bien al contrario, en aquel momento se le apartó en los censos oficiales de la denominada raza manchega. La operación incluyó el establecimiento de un registro particular y el nacimiento de la Asociación Nacional de Criadores de Oveja Segureña (Ancos), ocupado de asegurar la pureza de este animal que se destaca en la cabaña ovina de la Región. Lo que no es cualquier cosa, ya que las ovejas componen la segunda clase ganadera mucho más abundante de en la Comunidad Autónoma, solo superada por la porcina. De hecho, triplica a la conocida cabaña caprina murciana, que ronda las 200.000 cabezas, mientras que la de ovejas supera las 600.000.

Son unos números que se mantienen, con altibajos, ya hace al menos veinte años. En todo caso, únicamente una tercera parte de todas y cada una esas cabezas, unas 200.000 por tanto, están adscritas a la Indicación Geográfica Cuidada (IGP) que protege al cordero segureño, designado prácticamente de forma exclusiva a la producción de carne. Hablamos de unos ejemplares muy adaptados al medio en el que viven, principalmente las Sierras de Segura y de la Sagra y las riberas altas del río Segura, de donde obtiene su denominación. Esto entraña dificultad para su supervivencia en un mercado cada vez más demandante de animales criados en cebaderos, y a la postre menos respetuosos con el medio ambiente, como sí lo están nuestras ovejas, acostumbradas a moverse entre pastos al aire libre.

Su otro enemigo es la bajada del consumo de carne de cordero generalmente, que necesita una cierta elaboración para su uso en guisos, lo que, en tiempos de comidas veloces, le ha prácticamente apartado exclusivamente a celebraciones y barbacoas.

Ante este panorama, el planeta musulmán ha venido a su rescate. La alta demanda de cordero de los creyentes en Alá convirtió al de Cartagena en el primordial puerto de exportación de animales vivos de toda Europa. Cientos de miles de cabezas se embarcan aquí cada año para ser consumidas en distintos países, primordialmente del norte de África, donde llegan vivos para ser sacrificados según los preceptos del islam.

Un apunte enseña esta deriva hacia el Magreb de nuestro cordero: mientras que aquí se consume menos de un kilo y medio por persona al año, en aquella geografía se cifra en alrededor de diez kilogramos de su carne la que consume cada habitante en doce meses. Lo de «soy el cordero de Dios que quita el apetito en el planeta» semeja en este caso algo mucho más que una metáfora bíblica.

Fuente La Verdad de Murcia

PRODUCTOS AGRÍCOLAS DE NUESTRA TIENDA

Send this to a friend