Realizando espacio para el cambio climático

No hay escapatoria: el cambio climático cambiará indudablemente las reglas del juego en el que opera la agricultura regional. El agua, la temperatura, el suelo y otros insumos naturales cambian sus des para hacerlo aún más difícil para el sector. El flagelo de las sucesivas caídas de frío del año pasado (hoy DANA) es la llamada a la puerta de la gran conmoción que se siente en el campo y para la que se organizan expertos de los distintos campos afectados (productores, estudiosos, fitosanitarios). expertos, aseguradoras).

“El período de lluvias y temperatura varía bastante, no hay duda científica al respecto”, dijo Manuel Martínez Rico, doctor en recursos y tecnologías alimenticias de la Facultad Miguel Hernández. “Es bien difícil imaginar la huerta europea sin producción, pero pertence a los escenarios a considerar si no podemos reducir las emisiones de CO2 y revertir la escalada de estos niveles en la atmósfera”, ha dicho. El catedrático de Botánica de la Facultad de Murcia (UMU), José María Egea, “reconoce que“ los efectos del cambio climático en los cultivos de la Zona de Murcia serán demasiado negativos ”. El experto, coautor del libro“ Cultivos prometidos Para enfriar el clima y dar de comer al planeta ”, advierte que todos y cada uno de los escenarios previstos “ apuntan a incremento de temperaturas, reducción de precipitaciones y por lo tanto más desertificación y salinización ”. En este contexto, Egea, impulsora del Observatorio de Innovación Agroecológica, sostiene contra el Cambio Climático (proyecto iniciado en 2018 con financiación de la comunidad autónoma y Europa), “la agricultura de regadío deberá abonar el valor del oro por el agua de la cosecha”, al paso que el continente “no podrá subsistir por carecer de de agua”.

Tormentas de granizo

“El riego tendrá que abonar el precio del oro por el agua”, pronostica el profesor de la UMU José María Egea.

“Observamos que las tormentas de granizo se están construyendo y su intensidad es mucho más fuerte que en años anteriores, y son más erráticas en el tiempo”, dijo el directivo territorial de Agroseguro en el sureste, Jesús López Baquero. “Probablemente sean señales del popular cambio climático”, aventuró, antes de reconocer que “nos enfrentamos a un enorme desafío que tendremos que adaptar a los términos del seguro”. El responsable del servicio fitosanitario de la Zona de Murcia, Francisco José González Zapater, prevé que el incremento de las temperaturas y el incremento de las lluvias torrenciales también provocarán daños por insectos y enfermedades. Las variaciones del frío afectan de momento a los frutales y incrementan “los inconvenientes de fisiopatología o condiciones fisiológicas”. En general, el cambio climático se hará sentir en la zona “mediante un cambio en los tiempos de siembra y cosecha”, dice Egea. Las oscilaciones de temperatura afectarán a cultivos como los cítricos y frutales por norma general y, en particular, a la vid, que no solo verán mudar su producción sino que también padecerán un “descenso de la calidad del vino”. Juan José Pajares, director técnico de los viñedos de Bodegas del Rosario de Bullense, afirma que “aumentará la graduación alcohólica de la uva”. Los cereales también se encuentran entre los cultivos más expuestos, debido a la incidencia de “sequías más intensas y persistentes”, explica José Miguel Marín, vicepresidente de la organización regional agraria COAG.

El coordinador del banco de germen plasma del Centro Murciano de Investigación y Avance Agrario y Alimenticio (Imida), Jesús García Brunton, señala que “para valorar la respuesta de las plantas a las condiciones climáticas es necesario distinguir entre especies leñosas y especies con semillas ”. Los cultivos leñosos “se ven poderosamente afectados, eminentemente por la sepa del frío invernal”, lo que provoca pérdidas de producción y calidad. “Por contra, nuestras variedades hortícolas están de manera perfecta adaptadas a las condiciones de la zona y como Murcia es un crisol de vivencias frente al cambio climático, muestran una capacidad de reacción y adaptación”. El encargado de Sanidad Vegetal, González Zapater, prevé para los próximos años “un movimiento de los cultivos hortícolas al interior y al Altiplano, que van a estar ocupados por cultivos frutales y singularmente cítricos”.

En verdad, este fenómeno ahora está en marcha. Lo que explica el director de la agencia inmobiliaria Inacex, Fernando Serna: “Muchas empresas de Murcia están comprando o arrendando en este momento terrenos en zonas altas, como Jumilla y Yecla”, para mover sus cultivos a zonas a lo largo de las temporadas. Mucho más calor. En este momento es viable pasar por ciclos de cultivo como el de la lechuga en campos habitualmente fríos como Yecla, añade, gracias a que la temperatura cambia entre tres y cuatro grados de los valores tradicionales. “En este momento se cultiva donde no se cultiva ya hace 15 años”, explicó a este editor en el tercer mes del año de 2019 Juan Marín, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas (Proexport). “El cambio climático tiene mucho que ver con esto”, aceptó Marín: “Las temperaturas son relajantes y las del sur van hacia el norte”.

Todo el año

El fenómeno ha sido aprovechado por los productores para cosechar cultivos a lo largo de todo el año sin salir de la zona, trasladando cultivos desde casi cero metros sobre el nivel del mar alrededor del Mar Menor a mucho más de 1.000 zonas de Caravaca en cualquier momento. “Ciertos cultivos de la zona todavía se pueden cultivar, pero en distintas latitudes y alturas”, asegura Egea: “Los cítricos pueden extenderse en el noroeste y la vid puede llegar a los puntos más altos, por servirnos de un ejemplo”. El instructor asimismo propone sobrepasar el ataque climático con la reintroducción de los llamados cultivos prometedores. Se trata de “especies y variedades que desempeñaron un papel esencial en la agricultura y la nutrición tradicional y que en este momento son olvidadas o infrautilizadas por causas socioeconómicas y políticas”. El mar Egeo se refiere a cultivos como el granado, el algarrobo o el higo, que “necesitan poca agua”. “La conservación de especies autóctonas en zonas cultivadas” se encuentra dentro de los puntos destacados por la jefa del departamento técnico y medioambiental de Proexport, María Dolores Molina Cano, como entre las medidas ya aplicadas por las compañías de su organización “para aportar la adaptación y la lucha contra el cambio climático ”.

Egea asimismo evoca culturas “de distintas etnias y países, que se han mantenido en condiciones climáticas extremas (sequía, frío, salinidad) a lo largo de milenios y pueden ser adoptadas en nuestro territorio”, como la quinua, el amaranto o la moringa, en los que ya trabajan. en varias fincas de Murcia. En este sentido, la previsión realizada hace años por la Dirección General de Acción por el Clima de la Unión Europea, que en sus modelos ha “identificado sorprendentemente a la Región de Murcia como una zona probablemente marginal de producción de maíz”, recuerda González Zapater. En general, como estudio de las principales culturas del planeta en la Universidad de Minnesota (con colaboraciones de Oxford y Copenhague y publicado el año pasado en la revista científica ‘Plos One), los efectos del calentamiento global en la agricultura tienen un encontronazo negativo en Sudáfrica, Australia y Europa. El botánico José María Egea precisa que en el Viejo Conjunto de naciones se beneficiarán zonas hasta ahora muy frías y poco propicias para la agricultura en Europa Central y del Norte, ‘a costa de zonas áridas y áridas del mundo, como el sur de Europa o el norte de África . . ”.

En este contexto, Gonzaga Ruiz de Gauna, coordinador de la Plataforma Tecnológica de Biotecnología Vegetal (Biovegen), predice que “subsistirán las zonas capaces de superar y generar un sistema productivo de alimentos rentable, sostenible y ecológicamente sano. el desafío climático. El responsable de esta entidad ligado del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) cree que “en este sentido Murcia está bien posicionada, con un amplio tejido de producción agraria y polos potentes de generación de conocimiento e innovación. Como Imida, Cebas-CSIC y universidades.

Laboratorio de clima

González Zapater pronostica que ya se están desarrollando “modelos predictivos”. Si bien reconocemos que la alternancia predecible entre largos periodos de sequía seguidos de lluvias torrenciales “requerirá un programa integral de chequeo de plagas y proyectos de investigación”. Ya que los estudios que se efectúan aquí asimismo afectarán a otras unas partes del planeta, es un activo agregada que se puede usar de una forma única. De esta manera, Juan José Alarcón, director del Centro Seguro de Edafología y Biología Aplicada (Cebas-CSIC), explicó a este periodista: las condiciones concretas que tenemos, con un ámbito agrícola enormemente innovador en una zona árida o semiárida, hacen de nuestra zona un laboratorio a enorme escala para el desarrollo futuro del campo agroalimentario global, en el que deberemos generar más en un entorno de cambio climático que afectará la disponibilidad de agua y tierras fértiles. “El experto garantiza que delegaciones de especialistas de todo el mundo” llegan todo el tiempo aquí para poder ver nuestras novedades. Para Alarcón “esta podría ser una gran oportunidad para la región, que el día de hoy, adjuntado con Israel y Holanda, es probablemente el mayor centro de innovación del mundo en el sector agroalimentario”. Secretario General de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove), Anton io Villarroel, asegura que en esta autonomía “estudiamos mucho más de lo que precisa el mercado nacional, pues luego se aplica en todo el Mediterráneo y en determinadas partes de América y Asia”. Con un tiempo similar.

Los productores son conscientes

José Miguel Marín, del COAG, coincide con la importancia de proseguir estudiando y buscar elecciones “, si bien añade,” es bien difícil imaginar que en un escenario de sequía y oscilaciones de temperatura tengamos la posibilidad hallar cultivos con buen potencial de producción “. ”, Critica. Según Molina Cano, los productores de Proexport ya están “atentos a la implementación de medidas” que garanticen una actividad agrícola “coincidente con el medio ambiente”. Entre relata “el análisis de huella hídrica, huella de carbono, abono verde, reducción de envases y embalajes, adecuación de insumos y suministro de agua a las necesidades del cultivo., Ahorro energético, conservación de especies nativas. para áreas de cultivo, control biológico o polinización natural ”. Molina asegura que estas ideas “van alén de las obligaciones legales”.

Estos productores, dice, las aplican sabiendo “que en una zona semidesértica como la Zona de Murcia, la actividad agrícola contribuye a la consolidación de suelos, lucha contra la desertificación, la regulación climática y la absorción de CO2”. Pese a todo, según el biólogo José María Egea, las “acciones puntuales” que se están realizando, incluido el observatorio climático en el que mismo participa, “no alcanzan”. Mencionó que “es necesario un plan de acción o una estrategia regional que incluya medidas urgentes y funcionales para realizar la transición de nuestra agricultura en la zona a modelos más sostenibles y resilientes”. El técnico de Bodegas del Rosario Juan José Pajares (involucrado en el emprendimiento Life Sarmiento para combatir el cambio climático en el campo vitivinícola) coincide con la percepción de que “los esfuerzos son insuficientes”. “Habitualmente”, se queja, “seguirá estando un enfoque a corto plazo para las operaciones agrícolas, ignorando el enorme impacto que tendrá el cambio climático”. “La adaptación y mitigación del cambio climático son preferencias que pesan poco a poco más en los programas y tácticas agrícolas del futuro”, dijo Ruiz de Gauna. Por lo tanto, actualmente es difícil hallar un informe o proyecto relacionado con la agricultura regional que no incluya el cambio climático entre los factores. Todo el mundo parece estar preocupado por el fenómeno, si bien puede haber una mayor alianza de voluntades cerca de una gran estrategia común para realizar en frente de la ola masiva de fenómenos meteorológicos inusuales que se ciernen sobre la proa.

Fuente La Verdad de Murcia

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